Este mes ha entrado en vigor el nuevo sistema de etiquetado energético, siguiendo la demanda de un amplio núcleo de consumidores. ¿La premisa? Hacer de la eficiencia energética un concepto más visible y más transparente, de forma que los usuarios puedan elegir siendo conscientes del impacto que un electrodoméstico tiene en su bolsillo… y en el medioambiente.
Empecemos por el principio: ¿Qué es una etiqueta energética?
La etiqueta energética es un sello que frecuentemente toma la forma de pegatina y que nos informa con un código sencillo y eminentemente visual de la energía y el agua que consume un aparato eléctrico durante su funcionamiento. Con su implantación se buscó que el consumidor tuviese acceso a esta información antes de realizar una compra, con el objetivo de ayudarle a disminuir su consumo de electricidad y agua.
Aunque es cierto que los electrodomésticos más eficientes suelen ser más caros, su bajo consumo y su durabilidad hace de ellos la opción más económica a medio y largo plazo.
¿Por qué ha tenido que cambiar el sistema?
Desde la implantación del sistema hemos visto cómo el mercado se ha ido, progresivamente, saturando de electrodomésticos en las categorías A+, A++ y A+++. Esto ha acabado por confundir a los consumidores y ha alejado este sistema de etiquetas de su objetivo final: expresar de forma clara e inequívoca la eficiencia de un electrodoméstico.
Con el nuevo sistema de etiquetado desaparecen los “+” y se reescalan las categorías para dar cabida a los nuevos desarrollos tecnológicos que ya han aparecido o pueden aparecer en un futuro.
Entonces, ¿qué etiquetas energéticas me encontraré en el mercado a partir de ahora?
Al consultar esta duda en el Ministerio para la Transición Ecológica, recibimos esta respuesta: “El nuevo etiquetado de productos eléctricos elimina las clases energéticas A+, A++ y A+++, volviendo a una escala de clasificación que va de la A a la G, donde la A clasifica a los productos de menor consumo y mayor eficiencia energética, y la G engloba a aquellos de mayor consumo y menor eficiencia energética.”
Esto supone que productos que antes estaban etiquetados como A+ pasen, de pronto, a ocupar un escalafón mucho más bajo al estar considerados como C o incluso D.
Por la contra, la letra A no se utilizará durante los primeros momentos: existirá conceptualmente a la espera de que se desarrollen productos que alcancen esta categoría.
Una fórmula, no exenta de polémica, de incentivar la investigación y desarrollo de electrodomésticos más eficientes.
Y si quiero la máxima eficiencia en mi hogar, ¿qué más puedo hacer?
Puedes seguir nuestros consejos o contactar con nosotros para que podamos hacer una valoración personalizada de tu situación y ofrecerte las mejores opciones para tu caso concreto. ¡Tanto el medioambiente como tu bolsillo te lo agradecerán!